Diciembre de 1846 marcó el destino de Paso del Norte Hace 169 años tropas estadounidenses que invadi
La Navidad de 1846 y los días que le siguieron marcaron para siempre el destino de la antigua Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez.
En esa fecha, hace 169 años, fuerzas mexicanas integradas en su mayor parte por habitantes de esta región interceptaban en Temascalitos –un punto localizado 35 kilómetros al norte de la Villa Paso del Norte, al oriente del Río Bravo– a tropas estadounidenses que al mando del coronel Stephen Kearny invadían Nuevo México.
Los connacionales buscaban impedir el avance de los invasores sobre territorio que todavía era de México.
Liderados por el capitán Antonio Ponce de León, estuvieron a punto de obtener la victoria desde el primer ataque, pero un error en el toque de corneta para dar órdenes a la tropa provocó la descoordinación e hizo que las fuerzas fueran dispersadas, que muchos murieran en el combate y otros, entre ellos el cura Ramón Ortiz, hechos prisioneros.
Al día siguiente, los estadounidenses ocuparon Paso del Norte, se apoderaron de los molinos, confiscaron el maíz y el trigo y encarcelaron a líderes políticos y religiosos.
También saquearon archivos y quemaron documentos para mitigar con ellos el frío.
Un mes después partían a la ciudad de Chihuahua, donde derrotarían nuevamente a tropas mexicanas para tomar después la capital. Con estos reveses, se perdía de facto el actual estado de Nuevo México.
Antes los norteamericanos ya habían anexado a Texas y provocado la guerra contra México con la finalidad de expandir su territorio.
Esas derrotas marcarían para siempre a la región del Paso del Norte al establecerse la nueva frontera y quedar dividida por el Río Bravo, al sur como parte de México y al norte de Estados Unidos.
Desde el púlpito, llaman a defender México
Meses antes de la Batalla de Temascalitos (Brazito, para los estadounidenses), desde el púlpito de la Misión de Guadalupe el padre Ramón Ortiz se dirigió a los habitantes de la Villa Paso del Norte congregados para escuchar misa, pero en esta ocasión fue para despertar su patriotismo.
Era un domingo del mes de junio de 1846. México acababa de ser invadido por las tropas de Estados Unidos por varios frentes –uno de ellos por la ruta del Camino Real-Tierra Adentro– y aquel sacerdote, hoy poco recordado por los juarenses, ayudaba a las autoridades mexicanas a organizar la defensa del estado de Chihuahua.
El sermón que escucharon los feligreses fue enérgico, suficiente para despertar el valor civil y lograr que los hombres se ofrecieran como voluntarios para combatir. Ortiz haría lo mismo en la plaza y otros puntos de la comunidad hasta lograr juntar 380 hombres.
Para entonces, una de las columnas del Ejército de Estados Unidos que invadió territorio nacional en una guerra que culminó con la toma del Castillo de Chapultepec, ingresó por el oeste con tropas al mando del coronel Stephen Kearny que arribaron procedentes de Fort Leavenworth para ocupar Nuevo México y California.
Los invasores llegaron a Santa Fe, donde no encontraron oposición. Pero a finales de ese mismo año, el 25 de diciembre, al avanzar sobre la antigua Paso del Norte para ocupar Chihuahua, enfrentaron resistencia entre los habitantes de esa villa.
El escenario del combate fue un punto utilizado como paraje de descanso por los viajeros que utilizaban el Camino Real.
Cuando el capitán Antonio Ponce de León recibió el mando de las tropas mexicanas establecidas en Doña Ana para enfrentar a los invasores, planeó la estrategia contra los estadounidenses.
El mando militar decidió no dar batalla abierta y esperarlos en Temascalitos, donde en los primeros minutos logró sorprender al enemigo.
Los estadounidenses, cuya fuerza consistía en 700 hombres sin ninguna pieza de artillería, acampaban en el paraje sin precaución, lo que fue advertido por Ponce, quien ordenó el ataque.
El capitán mandó formar en batalla situando la infantería en el centro, en el ala izquierda la compañía de Coyame y los escuadrones auxiliares provenientes de Paso del Norte, una parte de la milicia de Chihuahua, y en el ala derecha un piquete del segundo regimiento de caballería, en la compañía de El Norte, la de San Elizario y el resto de la de Chihuahua, dejando un obús a retaguardia.
Por su parte, las fuerzas estadounidenses se formaron en tres filas y fue entonces cuando los soldados mexicanos abrieron fuego y avanzaron, iniciando el combate.
El enemigo respondió al ataque, pero la primera fila se desordenó y se retiró al bosque a protegerse, mientras que sus oficiales se esforzaban por hacerlos volver.
Ponce mandó entonces tocar degüello, y aquel toque mal hecho fue interpretado por los soldados mexicanos como orden de retirada.
Fue el inicio de la derrota, advierte el mismo Ramón Ortiz en “Apuntes para la guerra entre México y Estados Unidos”, publicado en 1849 por Ramón Alcaraz y del que el sacerdote fue coautor.
Los invasores consolidaron su avance por el territorio mexicano gracias a sus victorias durante 1846 y 1847. Luego vinieron las batallas que abrieron camino a la Ciudad de México: Padierna, Churubusco y Molino del Rey, hasta conseguir la rendición de la capital del país.
El 13 de septiembre por la noche ondeaba en Palacio Nacional la bandera de Estados Unidos y meses después, en febrero de 1848, se firmaba el tratado de Guadalupe-Hidalgo, consolidando la pérdida de poco más de la mitad del territorio nacional. (Juan de Dios Olivas/El Diario) Diciembre de 1846 marcó el destino de #PasoDelNorte
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